domingo, 6 de septiembre de 2009

Todos primos


Hace unos meses introduje mi nombre en un buscador de internet y me apareció una pagina, entre otras, que trataba sobre la ley de memoria histórica y la retirada de una lapida de caídos en la guerra, en una localidad relativamente cercana a la que resido, donde curiosamente aparecía un señor con mi mismo nombre y apellidos pero asesinado 32 años antes de yo nacer, tras realizar ciertas averiguaciones e incluso hablar con la hija de este hombre, comprobé que no había sido ningún error de transcripción, ni una broma macabra y que debido a las características etimológicas de mi primer apellido, a la tradición familiar de muchas generaciones de poner el mismo nombre a los primeros varones (tradición que yo corté) y la relativa cercanía poblacional, tuve que suponer que aquellos primeros emigrantes sicilianos que vinieron buscando un futuro mejor, se dividieron creando dos ramas que el tiempo separó llevando al olvido y, que doscientos años después aproximadamente, volvieron a cruzar los caminos a través de una trágica muerte, una ley polémica y un poquito de curiosidad morbosa que me impulsó a saber que decía de mí la red de redes.

No negaré que encontrar mi nombre y dos apellidos en una lapida no me impresionó un poco, dándome bastante que pensar y reflexionar sobre diversas cuestiones, un abanico de delirios que van desde familiares hasta cuestiones mas profundas sobre el significado de la vida y la cercanía de la muerte (lo típico) y mi calenturienta mente viajó en el tiempo 73 años hacia un pasado en el que fui un soldado al que una bala mató. A pesar del posible contraste ideológico entre este “familiar” mío y yo, se ha empezado a crear cierta empatía ante un personaje que no conozco y del que apenas hay datos, cuestión que por otra parte permite que juegue con mí imaginación.

Pero pienso en cuantos “yo” han existido o existen. Según recientes estudios han pasado por la tierra 107.000 millones de personas, alrededor de 82.000 generaciones desde el pleistoceno en los 162.000 años que tiene la humanidad (Homínido arriba, homínido abajo) lo que significa que los habitantes actuales representamos apenas un 6% de los habitantes que han vivido en la Tierra a lo largo de toda la Historia. Cifras en las que me pierdo cuando pienso en 107.000 millones de personas con sus miedos, alegrías, ilusiones, fantasías, complejos, planes, formas de pensar y sentir, de amar, de comprender y por supuesto de odiar. Mentes todas con inquietudes idénticas a las mías, a las tuyas y a la de todos los que habitamos la Tierra. Pensamientos y sentimientos cruzados que acercan la historia al momento presente y nos unen a todos en una gran piña familiar, desde que aquella primera pareja decidió unirse, procrear y desarrollase sobre el resto de las especies. Demasiados personas para que seamos unicos e irrepetibles, sobre todo si tenemos en cuenta que todos tenemos el mismo origen, lo dicho, al final todos primos.

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